La verdad es que he estado
vagueando últimamente por diferentes
razones: una pequeña operación médica, un dejar paso a otras opiniones, una
desgracia cercana y un poco de desilusión ante el estado de las cosas
importantes, me llevaron a ello.
Pero la vida siempre vuelve
al rescate. Esta vez, la marcha de José Luis Sampedro, me ha revivido para seguir poniendo mi granito de arena en
la lucha por los más desfavorecidos.
La tranquilidad de su
compañera y ahora viuda, Olga Lucas, transmite precisamente la plenitud de su
vida e indica que se fue con la conciencia del deber cumplido. A mí me gustaría
partir igual.
Yo creo que su partida con
renuncia expresa al boato le hace aún
más grande. No podía ser de otra manera en una persona que aprendió a ser buen
alumno siendo antes un excelente profesor. Un hombre que se mantenía en vida
para no faltarle a su mujer… y seguramente a los indignados.
Lo mejor es que no le
perdemos del todo, nos queda su ejemplo, sus artículos, sus libros... Nos
enseñan lo plácido y enriquecedor que puede ser el otoño humano para una
persona comprometida con la humanidad.
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